Las agujas de acupuntura son de una décima a una centésima parte más delgadas que las utilizadas en los hospitales, casi del grosor de un cabello: son sólidas, de acero, ligeramente flexibles y pensadas para deslizarse en el organismo sin lesionar los tejidos.
La sensación que provoca la inserción de agujas depende tanto de la habilidad del profesional como de la relajación del paciente. En buenas manos, esta inserción, no suele ser más dolorosa que un ligero pellizco o una sensación de hormigueo, que desaparece rápidamente.
De todas maneras, en caso de aprehensión o cualquier otra circunstancia que desaconseje la inserción de agujas, siempre se pueden buscar alternativas como la moxibustión (estimulación por calor), la digitopuntura (presionar con los dedos) o la laserpuntura (con un láser de baja potencia).
La sensación varía: distensión, calor, presión, hormigueo o una ligera molestia, que se puede extender en forma de corriente eléctrica; en ocasiones, el pinchazo es casi imperceptible.
Una vez introducidas las agujas (de un solo uso), el paciente se queda solo y en silencio entre treinta y 60 minutos, tumbado sobre la camilla. No siente ningún tipo de dolor, sino más bien al contrario, las agujas inducen a un estado de profunda relajación.
Aparentemente, muy similar a la de un médico convencional: una persona que no se encuentra bien consulta a un profesional para que le ayude a recuperarse de un trastorno. Es una entrevista en el curso de la cual el médico llega a un diagnóstico y propone un tratamiento. En medicina china hay muchos estilos, pero en la actualidad se tiende a un cierto mimetismo con la medicina oficial.
La iniciativa de la conversación la tiene el paciente; el médico tomará nota de lo que diga, pero también de cómo lo diga, y se interesará por los antecedentes, tanto las enfermedades que ha sufrido como los tratamientos a que se haya sometido. Algunas de las preguntas pueden resultar sorprendentes porque, aparentemente, no tienen nada que ver con lo que ha motivado la consulta. Hay que tener en cuenta que el médico no establece el diagnóstico sólo con los principales síntomas, sino que está sobre todo atento a las condiciones en que éstos se presentan. Es decir, que en este tipo de consulta, la conversación suele girar más entorno al estado de salud en general, que no sobre la enfermedad en particular.
No hay que privarse de explicar lo que realmente se siente o piensa sobre la enfermedad, ya que el médico chino nunca dirá que un determinado síntoma no tiene nada que ver con otro; todo entra dentro de un mismo mundo de relaciones. La medicina china no separa lo que considera significativo de lo que no, o de lo que entra dentro de las clasificaciones de la ciencia, sino que hace el diagnóstico a partir de lo que realmente hay.
Varía en cada caso; lo más usual en los trastornos de larga duración es que, poco o mucho, se note una mejora desde la primera sesión, pero hay quien siente más el efecto al día siguiente. Muchas veces, los síntomas reaparecen al cabo de unos días con menor intensidad, y van desapareciendo gradualmente a cada sesión. Excepcionalmente, los síntomas se acentúan para mejorar poco después.
Por lo que se refiere a los trastornos agudos, la respuesta suele ser muy rápida, a veces inmediata, y en otros casos la recuperación es lenta.
Es poco frecuente. A no ser que se considere como tal esta sensación de cansancio, que puede durar unas horas, o a veces el resto del día.
No hay que preocuparse si se da una exacerbación de las molestias. No es usual, pero puede pasar después de la primera o la segunda sesión. No es mala señal; puede ser un despertar, una especie de activación necesaria para superar la enfermedad.
Cabe la posibilidad, aunque es muy excepcional, de sentir un leve mareo o desvanecimiento, similar al que se puede tener tras una extracción de sangre, que pasa al poco rato.
Una de las grandes ventajas de la acupuntura es la ausencia de efectos secundarios. Puede ser que aparezca un pequeño morado en el punto donde ha estado clavada la aguja, consecuencia de la extravasación de sangre en partes del cuerpo con mala circulación, o también en personas mayores; no da ninguna molestia y se reabsorbe, como todos los morados, al cabo de unos días.
Se suele decir que se necesita un mes de tratamiento por cada año que se ha estado enfermo. No obstante, el número de sesiones no depende sólo del trastorno, y de si es agudo o crónico, sino que también varía según la persona, la edad y, sobre todo, la vitalidad de que uno disfruta. La mayor parte de las enfermedades crónicas suelen requerir de cinco a quince sesiones.
Los efectos de la acupuntura son acumulativos; cada tratamiento se erige sobre el anterior. Es un proceso. La acupuntura no hace más que estimular las capacidades de recuperación del propio cuerpo y, por lo tanto, unas personas responden más rápido que otras.
Un patrón bastante frecuente en los casos de enfermedades crónicas que requieren varias sesiones es una mejora durante los primeros dos o tres días, después de los cuales vuelven a manifestarse los síntomas, aunque cada vez con más suavidad.
Por lo que respecta a la frecuencia, en trastornos crónicos se suele requerir una visita por semana, mientras que en los agudos, especialmente si son muy dolorosos, más a menudo. El criterio es no permitir, en la medida de lo posible, que los síntomas vuelvan a aparecer con intensidad.
Todas las buenas cosas de la vida dan ganas de repetir. El temor a las agujas se transforma fácilmente en placer, hasta el punto de que, después de recuperado del trastorno que motivó la consulta, a menudo se recurre a la acupuntura para relajarse y librarse de las tensiones de la vida cotidiana. Por eso, personas sometidas a estrés ambiental aprecian seguir con cierta periodicidad -normalmente una vez al mes-, un tratamiento que impide que el estrés afecte a su rendimiento, abortando así el círculo vicioso, origen de gran parte de la patología de nuestro tiempo.
En definitiva, que no sólo no crea dependencia, sino que sanea los estados de ánimo que propician la aparición de las dependencias, y es además muy útil para tratar adicciones y síndromes de abstinencia. En Occidente, la acupuntura, precisamente, ha sido muy recurrida por quienes quieren dejar el hábito del tabaco, y para superar la ansiedad por la comida.